Por Matías da Rocha (Columnista Valorar Magazine, conductor Valorar Radio)……
Esta semana celebramos el día del libro, y pensé… ¿Por qué no rendirle un pequeño, humilde, sencillo homenaje?
¿Quién sabe cuándo llegó a mi vida el primer libro, o por qué?
De mi infancia recuerdo con especial afecto a “La niña que iluminó la noche” de Ray Bradbury. Tal vez los libros sean eso. Iluminación.
Mientras escribo estas líneas me vienen a la mente muchos autores. Un libro icónico para mí es El Principito, de Antoine de Saint Exupery. ¿Cómo no quedar atrapados en la inocencia de este personaje entrañable?
¡Cuántos libros han sido fieles compañeros y me permiten rememorar tantos momentos! Desde La casa de los espíritus, de Isabel Allende hasta El hombre de calculaba, de Malba Tahan. Desde Las intermitencias de la muerte, de Saramago hasta Los restos del día, de Ishiguro. Desde Seda, de Baricco hasta La sociedad del pastel de piel de patata de Guernsey.
Dicen que “para muestra basta un botón”, y esta pequeña muestra personal, es solo eso. Cada uno de nosotros llevamos grabados en el alma algunos libros que nos marcaron para siempre. ¿Cuál fue el tuyo? ¿El Martín Fierro, de José Hernández… Amalia, de José Marmól (tremenda novela sobre unitarios y federales), o quizás El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl?
¿Qué te atrae más a la hora de elegir un libro? ¿Una novela? Hace algunos años unos queridos amigos me regalaron “La catedral del mar” de Ildefonso Falcones. Vale la pena.
Reconozco que no es mi caso, pero muchas personas prefieren los relatos de ficción del estilo de la saga de Harry Potter.
Si, por ejemplo, te gustan las autobiografías, me permito recomendarte El largo camino hacia la libertad, de Nelson Mandela.
¿Es que acaso te gustan las notas cortas? Hace ya muchos años, para un cumpleaños, una querida amiga periodista me regaló un libro de un maravilloso periodista y escritor: Tom Wolfe. Se llama “El periodismo canalla y otros artículos”. No tiene desperdicio.
Tal vez, querido amigo, te guste la historia argentina. ¿Leíste algo de Félix Luna?
Si tenés ganas de sumergirte en un relato de fútbol y especialmente de profunda amistad te recomiendo Papeles en el viento, de Eduardo Sacheri. Y a vos… ¿qué otro libro te habla de amistad?
Algunas personas se maravillan con los clásicos. Hay para todos los gustos. La Ilíada, o Crimen y castigo, por ejemplo. Y, por supuesto, el clásico de los clásicos. El libro más vendido de la historia de la humanidad. El libro de libros (está formado por 73 libros distintos). Sí, la Biblia. ¿La leíste?
Cuando hablamos de libros, cualquier selección es injusta, de eso no hay dudas. Y además la selección es tan personal que es particularísima de cada persona.
Hace algún tiempo, a la vuelta de un viaje, unos amigos me trajeron un imán con una frase de Thomas Jefferson que dice “No puedo vivir sin libros”. Y algo de eso hay. Así es mi caso y el de muchas personas que conozco.
Hoy en día la discusión está planteada entre los libros de papel y los libros digitales. En lo personal me siguen gustando más los libros de papel, aunque leo también en la Kindle porque a veces es más cómodo. En la playa, por ejemplo.
El libro de papel tiene un “no se qué”… un algo… ese “olorcito a libro”. Amo mi biblioteca y la cuido con esmero. Es también, de alguna manera, una historia de mi vida. Cada vez que la miro, me encuentro con libros que leí completos o en parte, en momentos especiales. Y esos momentos son míos y de mis afectos. Son entrañables. Son para siempre. Me encuentro también con los que están pendientes, esperando el momento.
¿Vieron que no todos los libros son para todos los momentos? Una playa soleada tal vez inspire un libro distinto a una tarde viendo llover desde la ventana. Una madrugada de desvelo puede requerir un libro distinto que una mañana de domingo en el sillón.
Los libros son medios de transporte. Te llevan a mundos reales y a mundos imaginarios. A mundos posibles y a mundos de fantasía. A mundos soñados y a mundos de otros. Todos esos mundos están vivos, como lo estuvieron en el corazón de quien los escribió.
Los libros son compañía. Con ellos nunca estás solo.
Los libros son amigos. Porque podés compartir momentos inolvidables.
Los libros son también refugio porque te permiten salir un rato de la rutina y los problemas cotidianos. Son un lugar. Ese lugar donde a veces está bueno “esconderse”.
Los libros son aprendizaje. Mucho aprendizaje. Son cuna de conocimiento.
Los libros son historias. Tuya, mía, nuestra.
Los libros, finalmente, son vida, y en abundancia.
Uno de los muchos textos que recibí en estos días dice que leer no solo te hace más culto, sino que también mejora tu ortografía. Leer te ayuda a ser más reflexivo y amplia tu vocabulario. Leer previene el Alzheimer y te hace más elocuente. Leer entrena tu mente e incrementa tu imaginación.
Por eso a vos, querido amigo que me me leés, me permito sugerirte que elijas un libro y te tomes un rato, tranquilo. No cualquier libro… el libro del tema que prefieras, el que te guste. Y te sientes en el jardín, o en el balcón, o en la biblioteca, o te recuestes en tu cama. Lentes, buena luz, tal vez un café, y disfrutes de lo que ese libro tenga para regalarte.
No hay libros lindos ni feos, buenos ni malos. Cada persona elige sus propios libros. Eso sí… también es bueno, a veces, dejarse sorprender. A menudo un libro regalado te abre una ventana o una puerta. Y finalmente el regalo no es el libro, sino la posibilidad de descubrir algo nuevo, hasta entonces desconocido. Es el momento en que descubrís que te regalaron mucho más que un libro. Te regalaron una nueva visión, una nueva historia, un nuevo mundo.
En lo personal me gusta recibir libros de regalo. Muchas veces recibo esos libros que nunca me compraría, y me produce un gran gozo leerlos. De algún modo me “obligo” a leer eso que me es ajeno. Por lo mismo también me gusta mucho regalar libros. Muchas veces elijo libros para regalar que “van a la medida” de quien lo recibirá. Otra veces no. También de ese modo desafío al destinatario a adentrarse en historias que le son ajenas, tal vez esquivas.
Porque como dijo Ray Bradbury, hay peores cosas que quemar libros, y una de ellas es no leerlos.
Cierro con el título de esta nota, y porque de esto estoy convencido. Leer es crecer. Porque leer siempre es una experiencia transformadora. Cada vez que leo. Cada vez que leas, querido lector, habrás aprendido algo. A veces más, a veces menos. Finalmente, de eso se trata la vida.