NICO DUCOTÉ: UNA VIDA DE NOVELA

La entrevista fue toda una sorpresa. De su vida privada sabíamos poco y nada. Lo que no imaginamos nunca es que nos íbamos a encontrar con una historia personal y familiar apasionante.

Actual Intendente de Pilar. Nació el 17 de septiembre de 1970. Hijo de una maestra jardinera de clase alta tradicional y de un norteamericano criado en un orfanato y mozo de un bar. De niño era acelerado, inteligente y tímido; salvo cuando hacía labores sociales, donde le surgía un gran espíritu de liderazgo. Estudió en los mejores colegios y universidades de Argentina y del mundo. De gran espíritu aventurero, a los 25 años ya había recorrido 35 países. Se casó dos veces. Tiene dos hijos de su primer matrimonio a los que admira. Fundó junto a un grupo de amigos CIPPEC, una ONG orientada a perfeccionar las políticas públicas al servicio del país. La ONG lo llevó a la carrera política, lugar donde no se siente tan cómodo, pero es desde donde puede multiplicar sus esfuerzos sus ideas y su gestión. Hace 3 meses se inscribió en el PRO. Hoy el rol de Intendente le demanda casi 24 horas por día, los 7 días de la semana, porque los desafíos son enormes. El día que lo entrevisté, cayó el presidente Macri a Pilar de sorpresa y tuvo que ir a ver a un chico accidentado. Se lo notaba algo cansado, pero igualmente se abrió. Nos contó su vida, la privada, la que pocos conocen. Nos pareció un hombre sencillo, honesto, tímido y entretenido, hasta nos hizo un truco de magia con una moneda. Y confesó que está aprendiendo a soltarse y a mirar a los ojos.

¿Dónde naciste y cómo se compone tu familia?

Nací  casi por casualidad en Buenos Aires, porque mis padres vivían en Estados Unidos donde estaban estudiando. Mi madre me vino a tener a Argentina y regresó. Volvimos cuando tenía dos años. Ella había ido estudiar a Inglaterra para ser maestra jardinera y en un viaje que hizo a Washington conoció a mi padre. Él era mozo de un bar, huérfano, criado en un orfanato. Mi mamá se enamoró de un imposible. Mi abuelo le dijo que no volvieran si él no tenía un título y él estudió Administración de Empresas. Somos cinco hermanos, los cuatro primeros  del primer matrimonio de mis padres y el quinto del segundo matrimonio de mi madre. Ella se separó y se casó más tarde con el novio que tenía a los 16, que le escribía muchas cartas mientras estuvo en Inglaterra, pero que ella nunca leyó porque mi abuelo no se las entregó.

¿Cuál fue la mejor enseñanza que te dejaron tus padres?

Ni mis padres ni mis abuelos realizaron estudios universitarios completos, por eso soy de la primera generación de la familia con título universitario. Mi padre Raimundo Ducoté, me enseñó la importancia de aprovechar los dones, la formación y el estímulo intelectual. Él soñó con que yo estudiara en Harvard. Mi madre Patricia Moche fue el esfuerzo y apoyo para que yo estudiara en las mejores universidades del mundo. Hizo la primera escuela de enseñanza Montessori en Argentina. Yo fui a la primaria en Olivos en su colegio y en el San Andrés.

¿Qué experiencia te marcó el colegio?

Tuve el privilegio de ir a uno de los colegios con más oferta extra académica de Argentina, después de clases podíamos hacer deporte, ajedrez,  fotografía, pero lo que más me movilizó  fue la acción comunitaria y viajar. A los 13 años hice mi primera experiencia de intercambio estudiantil, fui tres semanas a Estados Unidos. A los 15 hice viaje solo, me fui a Filipinas un mes a ser tutor de chicos en un campamento y a partir de ahí no paré más. Todos los  veranos hacía tareas comunitarias. A los 18  fui a un kibutz en Israel. Me gustaba lo internacional, conocer gente, países. Tengo un don para los idiomas: hablo inglés, portugués, italiano y francés.

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¿Cómo viajabas tanto?

Buscaba organizaciones que tuvieran acciones de bien público. Las ONG eran una oportunidad de formarme en el proceso de ayudar a otros. Fui representante de Argentina del CISV (Childrens  International Summer Village) que estaba en 90 países, era como un grupo scout de militancia en favor de la paz,  juntaba argentinos con ingleses, palestinos con israelíes. Me interesaba el liderazgo joven, pero jamás pensé que esto iba a marcar el curso de mi vida. Por pasión hago las cosas sin fines de lucro. Podría hacer plata de 20 maneras distintas, pero no le pongo el corazón como le pongo a las cosas que son sin fines de lucro.

¿Quién te inspiró esta vocación de servicio comunitario?

No fue tanto la inspiración de un cura o alguien, sino las oportunidades con que me favorecieron mis padres para hacer experiencias afuera de acción social. A los 25 años había recorrido 35 países. Aprendí a ser muy independiente.

¿Eres católico?

Nací y me crié católico. Fui profesor de catecismo, canté en el coro de la iglesia. Pero con mi confirmación se me abrió la curiosidad por conocer otros credos como el judaísmo, protestantismo, el budismo. Por eso estuve en Japón un mes y empecé a explorar otras variantes de la conexión con lo divino, con la espiritualidad. Ahora vengo fallando con la conexión espiritual, antes rezaba todos los días ahora mucho menos de lo que querría. Creo en un Dios Cristiano.

¿Cómo eras de joven?

A los 18 era absolutamente tímido, no le podía pedir el teléfono a una chica. Ni le había dado un beso a una mujer, de hecho a la primera que se lo di fue a una chilena. La conocí en el campamento en Rancagua de argentinos, chilenos y brasileros. Fue mi primera novia, pololee 9 meses. Pero a pesar de ser tímido me entusiasmaba todo lo que tenía que ver con ayudar a las personas. Tenía muy disociado lo social, en cambio, en la acción comunitaria me era fácil ser abierto, ser líder.

¿Cuál fue la situación más dura que tocó vivir?

A los 18 haciendo un viaje con los scouts al norte de Argentina tuve la situación más traumática de mi vida, en el  bus de la Quiaca a Salta. En medio de las montañas el colectivo se quedó sin frenos y estuvimos 8 km  bajando montañas, se estrelló, murió gente y un montón quedaron mal heridos. Me tocó ser el primero en salir por el techo   por lo que  empecé  a sacar los cuerpos de los fallecidos. Yo estaba en la fila 9, de ahí para adelante hubo fallecidos, otros que  quedaron en silla de ruedas o internados es terapia intensiva. El destino me puso justo ahí.

¿Cómo fue tu paso por la universidad?

Empecé estudiando Economía en la UCA, era compañero de Máxima, la reina. Pero no me apasionaba. En 4to año abandoné, mi madre me insistió, capaz tendría que haber hecho el esfuerzo, pero aprendí un montón. Me anoté en Relaciones Internacionales en la Universidad San Andrés y traté de hacer las equivalencias pero no me reconocieron nada, pero como tenía 20 años y sabía estudiar, se me hizo más fácil. En mi tiempo libre fui mozo, armé negocios, emprendimientos y milité en organizaciones internacionales. En ese tiempo fui el primero en la universidad en irme a estudiar afuera.

¿Por qué en Harvard?

Apliqué para 10 universidades con mis tres mejores amigos del San Andrés. La idea era entrar a la que nos aceptara a los cuatro. Postulamos a Princeton, Oxford, Harvard. La única que nos aceptó a los cuatro fue Harvard. Miguel Braun, ahora es secretario de Comercio, hizo un doctorado en Economía; Antonio Cicioni, una maestría en Educación; Leandro Popik, un doctorado en Políticas Públicas y yo la maestría. Todos con vocación pública.

¿Qué aprendieron de esa experiencia?

Aprendimos que había muchos académicos que hacían políticas públicas desde afuera del Estado. De ahí tomamos la idea de fundar CIPPEC, una organización sin fines de lucro que ayuda a que los mejores talentos y el conocimiento lleguen a los que toman decisiones en el país. Como no teníamos plata, no éramos conocidos ni teníamos contactos políticos, decidimos que teníamos que tener un atractivo especial y se nos ocurrió buscar a muchos de los argentinos que estaban estudiando afuera y los invitamos a fundar juntos, en el 2000. Al poco tiempo se transformó en la primera organización sin fines de lucro en políticas públicas de la Argentina y de América latina.

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¿Por qué elegiste entrar en política de la mano del PRO?

En lo formal yo decidí abrir un partido vecinal y llegue a la política de la mano de un partido vecinal. La verdad que tengo bastante afinidad no solo con Cambiemos, sino también con el  radicalismo. Pero tomar la decisión de afiliarme a un partido político nacional no fue tan fácil. Recién terminé afiliándome al PRO hace 3 meses.

¿Siempre te sentiste parte de una élite?

Mi abuelo vino de Grecia y se dedicó al negocio de la carne, hasta convertirse en uno de los mayores exportadores. Co fundó Paty, participó de hacer Las Leñas,  y  decidió heredar a sus hijos en vida cerca de 20 empresas. Por ello mi madre fue siempre la que pudo dar. Yo doy y recibo porque creo que todo lo que uno da, vuelve. Creo que la vida ha sido muy generosa conmigo

¿Cuándo te casaste por primera vez?

Me casé en el 2004, estando en CIPPEC, con Mercedes Occhi,  mi ex mujer, madre de mis dos hijos. Mora de 10 años y Tobías de 8. Convivimos felices hasta el 2009. Ella tiene probablemente  una de las mejores consultoras de Responsabilidad Social Empresaria de Argentina que se llama Reporte Social.  Más tarde, el 4 de diciembre del 2015, unos días antes de asumir como Intendente, me casé con Laura Zommer, mi amada mujer,  que es una periodista extraordinaria. La conocí trabajando en CIPPEC, años más tarde nos reencontramos. Con Lau se sumó su hijo Fermin, de 10 años, y entre los cinco hacemos nuestra familia.

¿Entrar en la política provocó tu quiebre personal?

Tuve un cambio muy fuerte en lo personal, familiar y vocacional entre en 2008 y el 2010. No supe llevarlo, capaz por eso nos separamos. Durante ese período dejé CIPPEC y pasé a la política. Dejé de ser un líder social para hacer política en el conurbano donde se cometen los mayores abusos.

¿Cuáles son los valores que sustentan tu proyecto de familia?

Han sido los mismos para las dos familias que formé. Lo primero es dedicarles tiempo, que no sea de a ratos. Que sean el ancla de mi vida. La vocación pública le saca mucho tiempo a mi familia. A los chicos los veo los sábados y domingos de una a cuatro de la tarde y los miércoles, después es puro trabajo. Con mi mujer trato de salir los martes a la noche solos. Soy muy romántico, lloro con algunas películas y me gusta bailar con Lau. Lo segundo es que trato que mis hijos sean lo más libres que puedan en términos de crianza, darles seguridades y que exploren. Y tercero, es que ellos no dejen de hacer labor comunitaria. Todos los años vamos a TECHO y me acompañan en tareas comunitarias. Quiero que dediquen tiempo a los demás.

¿Qué es lo que más admirás en ellos?

De Mora lo atrevida y aventurera que es, tiene coraje y es muy independiente. Y Tobías es muy suelto socialmente, es de animarse. Ambos tuvieron mucha resiliencia tras la separación y son muy generosos. Y Fermin, es un apasionado por las cosas que le gustan. 

¿Cuál ha sido tu mayor logro personal?

Tener hijos. Eso es un milagro, me gusta ser padre. Y además creo que he podido contagiar gente para que haga el bien.

¿Cuál ha sido tu mayor fracaso?

La separación.

¿Cuáles son tus pasatiempos? ¿Cómo te entretenés?

Me encanta el circo, me entretengo con los trucos. También me gusta el cine y  los libros.  Me gusta happier de psicología positiva  y Harry Potter, libro,  que estoy leyendo con mis hijos. 

¿Cómo te ven tus amigos?

Acelerado, organizado, soy el que arma todo.

¿Cómo te relacionás con la gente?

Era muy tímido y, a veces, las relaciones eran  superficiales,  pero he ido aprendiendo a conectarme más a mirar a los ojos. La campaña y la gestión me fueron abriendo más,  e ir bajando ese velo de resguardo. 

¿A quién admirás?

A Martin Luther King, a Nelson Mandela, a Juan Carr. A  esos que dejan la vida.

¿Cuál es tu sueño?

Sueño con contagiar a la mayor cantidad de gente para que haga el bien.

¿Cuál es el mayor valor de Argentina?

La resiliencia, esa capacidad para sobreponerse y levantarse siempre.

¿Cuál es tu mayor preocupación hoy?

Desilusionar a la gente que confió en mí. Sé que mis adversarios siempre van a pegar donde más me duele.

¿Cómo te gustaría que te recordaran?

Como alguien que luchó, que hizo lo mejor que pudo.

 

Claudia Echeverría

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