Por Matías da Rocha
Ana Frank, judía, en 1942 junto a su familia se escondió de los nazis durante la ocupación de los Países Bajos.
Los descubrieron 2 años después, en agosto de 1944, y en 1945, murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen.
Esos dos años, junto a su familia y otras personas, estuvo escondida en “la casa de atrás” de un comercio que tenía su padre, y durante ese tiempo, entre otras tareas, se dedicó a llevar con detalle un diario personal, del cual la mayor parte fue recuperada después de su muerte, y entregada a su padre, único sobreviviente de la familia después de la guerra.
El año pasado leí este libro por primera vez y lo disfruté mucho. No por lo trágico, claro, sino por la resiliencia de esta niña ante la adversidad.
Cómo sigue adelante a pesar de todo lo que pasa a su alrededor.
Cómo, a pesar de todo, sigue soportando, escribiendo, viviendo, soñando.
Recomiendo leerlo en este tiempo de cuarentena.
La resiliencia y otras virtudes de Ana Frank son muy importantes para estos días en casa.