El físico Cristián Huepe, radicado en Chicago, previó hace cinco años la llegada de la pos verdad, modelando matemáticamente cómo fluye la desinformación en las redes.
La primera vez que Cristián Huepe entendió lo que era la pos verdad, el fenómeno aún se llamaba como siempre: mentiras, rumores, desinformación. Era 2010, y el físico chileno radicado en Estados Unidos estaba mirando en el canal NBC a la periodista Rachel Maddow explicar la cadena de mentiras que había creado el escándalo de la semana en la política estadounidense: el rumor de que Barack Obama, en una visita a la India, había gastado 200 millones de dólares por día. La presentadora mostró paso a paso cómo alguien había escrito en su blog esa denuncia, y cómo la habían recogido otros blogs, radios locales, radios nacionales, Fox News y, de allí, al mundo.
El físico chileno, de 46 años, que investiga para la Universidad de Northwestern, en Chicago, y pasa varios meses al año en Europa, Asia y Sudamérica colaborando con referentes mundiales en sistemas complejos, ya llevaba una década estudiando teoría de redes y movimiento colectivo. En esos años había creado algoritmos para entender cómo se mueven bandadas de pájaros, bancos de peces o la información entre las células humanas. También había hecho ecuaciones de movimiento colectivo para enjambres de robots en Beijing.Sin embargo, lo que vio esa noche en la televisión lo impactó. Lo hizo preguntarse cómo la desinformación es capaz de escalar por miles de personas sin que nadie la cuestione, hasta generar pánico social. Lo que hoy llamamos, refinadamente, pos verdad.
El investigador arrastraba desde su pregrado en la U. de Chile la pregunta de cómo abordar la información como un recurso físico. Y lo que se le ocurrió fue una idea extraña: le propuso a su colega Thilo Gross, del Instituto Max Planck de Dresde, Alemania, que aplicaran sus cálculos de teoría de redes para estudiar la información falsa. El paper que publicaron en 2012, en la revista Physical Review E, describió matemáticamente la pos verdad de forma tan clara, que pronto la propia MSNBC los llamó para entrevistarlos.
El trabajo demostraba que cuando en las redes hay muchos núcleos de personas con opiniones similares, conectadas con pocas fuentes de información, y muchos medios de información transmitiendo para pocas personas —como los blogs o Twitter—, se generaban círculos cerrados y autorreferentes. Y esos círculos perdían la capacidad de ser permeados por otras informaciones.
Uno tiende a asociarse con las personas que piensan como uno, pero las redes sociales aumentan eso, porque dan la posibilidad a todos de ser emisores de información, y conectarse con quien uno quiera. Puedes encontrar un grupo que piense como tú, y las comunidades se fragmentan y se hacen autorreferentes. Antes todos mirábamos las mismas fuentes de información. Ahora sólo miramos las noticias que nos interesan, y han aparecido todas estas cadenas pequeñas que atacan un nicho a fondo, reforzando sus posturas y generando cada vez más fanáticos.
Por Nicolás Alonso, Revista Que Pasa (Extractado)