Compulsión desenfrenada, la irresistible seducción de la oportunidad, mujeres sin o con demasiado tiempo. La movida de compra-venta de usado online es furor, y son pocas las que eligen quedarse afuera.
Ya sea por los precios irrisorios de las cosas nuevas, ya sea porque la gente tiene menos tiempo para salir a comprar, o porque acá todas las tendencias llegan tarde, pero llegan; lo cierto es que las comunidades de compra-venta online se multiplican por todo el país y dominan la escena del consumo virtual en estos últimos dos años.
Atrás quedaron los baúles repletos de ropa usada bañados en naftalina, hoy se guarda poco y se vende mucho.
Y no se trata de sitios de comercio electrónico como Mercado Libre o alaMaula, que ya llevan varios años destinados a ese nicho. Lo nuevo es que ahora las operaciones se realizan vía Facebook. Las redes sociales han acercado la compra-venta a un público más informal y menos experto en plataformas específicas, pero más conocido entre sí. Hoy, lo único que se necesita para comprar y vender es tener una cuenta de Facebook.
La movida comenzó en Capital Federal a fines de 2014 y sus réplicas llegaron a Pilar casi inmediatamente. A la fecha hay varios grupos zonales, todos creados por mujeres que vieron la necesidad de acercar la compra-venta a las vecinas de Pilar.
Mercedes Ortiz, creadora del grupo Pilar de Casa en Casa; Daniela Mosca, creadora de Garage Sale Pilar; y Pía Astengo, de TORTUGAS NORTE/PILAR ON SALE, nos cuentan el tras bambalinas de estas comunidades virtuales.
El respeto por las normas de cada página es un requisito indispensable
“Para ser aceptado hay una sola condición”, explica Daniela Mosca de Garage Sale Pilar. “Tener contactos en común con el grupo solicitado. Es una manera de mantener el intercambio entre conocidos de conocidos y evitar situaciones inseguras. Sobre todo porque muchos abren las puertas de sus casas.”
“Pero no es solo una cuestión de seguridad”, agrega Mercedes Ortiz de Pilar de Casa en Casa. “Ahora cambiamos la privacidad del grupo a secreto. La única opción para ingresar es ser recomendado por algún miembro, sino nos pasamos rechazando solicitudes de comercios de la zona, que sólo quieren poner publicidad. Y la idea es crear una red de compra-venta barata, no hacer negocios”, concluye Mercedes.
Mujeres, compras y precios baratos, la ecuación es explosiva. Por eso, cada grupo tiene su reglamento. Y, ¡vaya que es necesario! El respeto de estas normas es un requisito indispensable, y a veces se desdibuja en el anonimato virtual de las redes. “Vendedores que se saltean el orden de las interesadas, o que publican en varios grupos a la vez y lo venden por otro lado. Otros que aumentan el precio al verificar el número de interesados en la lista. Plantazos a la hora de la compra o de la entrega. Todos ellos violan una regla”, nos cuenta Pía Astengo de TORTUGAS NORTE/PILAR ON SALE. Siempre, en última instancia, están ellas para moderar estos inconvenientes, tarea que realizan en forma gratuita y desinteresada, y hasta se divierten, confiesan las tres.
Los maridos y los hijos no están exentos de las secuelas de esta nueva tendencia. “Mi mujer enloqueció”, se queja uno de tantos en la misma situación. “Me persigue por la casa con perchas al son de: ¿Esto lo usás? ¿Esto te queda? o ¿lo vendo?”. Y es así, tal cual. Estos grupos han creado tremendas adicciones. Tanto para las compradoras que pujan por llegar primeras a la oportunidad y sellar su prioridad con un rotundo “Quiero”, como para las vendedoras, que van por sus casas olfateando aquello que ya no usan. Hasta los hijos esconden los juguetes para que no caigan en las fauces de sus madres. “Mamá todavía sigo jugando con los ponis”, se defienden los más bajitos
¿Sirve la compra-venta online? Sí, sirve. Realmente se hace economía, pero con algunos asteriscos. Hay que tener tiempo y paciencia. La coordinación entre las partes no es fácil y muchas veces las operaciones se caen por ese motivo.
Para muchas compradoras es un sistema efectivo, pero desgastante. “Para empezar, llegar primera a la oportunidad es casi imposible, tenés que estar muy atenta las 24 horas. Después está el tema de probarte la ropa donde sea, que nunca es en la intimidad de tu casa, entonces, es medio estresante. Y a veces es incómodo molestar a alguien e irte con las manos vacías, porque las cosas no son como se veían en la publicación”, declaró una compradora online, Aldana Varela.
Para otras, es el mejor negocio. “Encontré la manera de deshacerme de tantas cosas que compré demás y que mis hijos dejan como nuevas. Y, de paso, compro ahí mismo lo que necesito.”
Y para las que renuevan su casa con presupuesto acotado es, sencillamente, perfecto. Adquieren muebles buenos, en perfecto estado, a menos de la mitad de lo que salen nuevos.
“Impecable”, “Poco uso”, “Como nuevo”, exaltan las vendedoras expertas en los artilugios del marketing. La clave es que lo usado esté en excelentes condiciones. Claro que muchas veces esa apreciación es subjetiva, y de ahí los inconvenientes. Como sea, acá hay que portarse bien. No vaya a ser que te terminen conociendo por la cartera con el cierre roto, o por haber dejado plantada a la amiga de tu amiga.
¿Qué pasa con las donaciones? Sin duda, muchas cosas que antes se donaban, hoy se venden. Y ahí se abre un nuevo debate. Por un lado, hay quienes dicen que lo que se vende es lo que antes se acumulaba, o lo que no responde a las necesidades básicas. Pero los límites son difusos, y de ahí la validez de la discusión.
Pía Astengo nos cuenta que varios grupos de compra-venta aprovecharon este ímpetu para abrir un subgrupo con fines solidarios. El de ella es un ejemplo de esto. “La idea es contagiar la solidaridad, que la gente publique necesidades o cosas que tenga para donar y armar así una red de gente que ayude y dé respuestas.”
Así, con sus pros y sus contras, los grupos de compra-venta online son parte de nuestra comunidad pilarense. Y mientras vendemos y compramos, nos conocemos, nos vinculamos y levantamos puentes en esta comunidad atomizada en la profusión de barrios.
En tiempos de reciclado, estamos ante la versión virtual del garage sale norteamericano. Y llegó para quedarse.
Constanza Manrique