Por Anita Buratti
Fue un hermoso peregrinar a título personal, sobre todo por la compañía de mis sobrinas, mi hermana y mi marido, sumándonos a la caminata organizada por Entretiempo que partió del Cenotafio de Pilar.
Dura por momentos, el físico ya no acompaña tanto como años atrás y los huesos comenzaron a dar sus primeros indicios de dolor a los pocos km de comenzada la caminata. Pero por supuesto, las intenciones, los pedidos, los apostolados, amigos y no tan amigos, familiares y desconocidos fueron el motor que impulsaba casa paso para llegar a los pies de María.
Por momentos sola, por momentos acompañada, cada uno de ellos fue especial… compartir tramos de caminata a solas con mi hermana fue sanador, poder escuchar a mi sobrina y hablar con ella de Dios fue increíble!
Tomarnos de la mano en silencio con mi marido y caminar juntos en silencio fue reafirmar nuestra unión… y así pasaron los 30 km hasta los pies de María.
Emoción plena al llegar a ella, invadida por el llanto quedaron en sus manos todos los pedidos, agradecimientos e intenciones para que sean llevados a la presencia de Jesús.
Nuestra Patria, nuestros gobernantes, nuestra sociedad, nuestros hijos… todo en sus Manos.
Dios bendiga a nuestro País. Necesitamos mucho su presencia entre nosotros.
Nuestra sociedad, aún aquella que caminó a Luján, está muy devastada por la desidia, la grieta es muy profunda, las diferencias culturales son abismales, la falta de empatía, comunidad y sentido de pertenencia es un cáncer que nos está destruyendo como sociedad y como país.
¿Feliz? Si.. aún tenemos la esperanza de muchos jóvenes que creen en Dios y en un mundo mejor.
¿Triste? Si también. Pocos Rosarios en mano, poca oración, poca devoción.. por momentos parecía más una prueba de resistencia y auto superación que un caminar al encuentro de María.
En fin… Dios sabrá que hace con todo esto… por lo pronto a nosotros sólo nos corresponde seguir rezando por nuestro país.